La gestión de equipos y tareas es una práctica cada vez más habitual; las tareas de coaching ayudan a generar valor a la empresa y logran un trabajo más cohesionado en el que todos los miembros se sienten productivos. Pero, pese a todos estos esfuerzos, existe un elemento que no se puede controlar y que necesita una gestión específica: el error.
La existencia del error en las organizaciones
Cuando se toma una decisión, esta repercute de manera automática en un acierto o un error. La presión, los tiempos o la falta de experiencia o conocimientos en un determinado pueden conducirnos a caer en la segunda opción, pero esto no implica algo negativo. Aciertos y errores cuentan con un elemento en común; aumentan el conocimiento.
El concepto del error en el mundo empresarial tiene una connotación negativa, llegando incluso a suponer una penalización. Este tipo de prácticas están camino de la extinción ante las posibilidades de aprendizaje que se abren frente a un fallo.
Cuando una persona comete un error, suele elegir entre dos caminos de reacción totalmente diferenciados. Por un lado, está la opción activa de autoexigirse cada vez más que puede llegar a provocar estrés. Por otro, la posibilidad de la reactividad que conlleva inseguridad, en muchos casos enmascarada con muestras de superioridad. Este tipo de reacción es más común en aquellos que cometen errores desde puestos de poder.
Aprender a gestionar los errores es un proceso que debe realizarse de arriba abajo. Son los propios líderes los primeros que deben aprender a reconocer los suyos y girarlos hacia un elemento positivo que permita una mejora del conocimiento.
Los pasos para la gestión de los errores
Los errores aparecen de forma natural en cualquier marco de la toma de decisiones. Es necesario reconocerlos, apoyar al equipo y realizar un seguimiento, teniendo en cuenta que al proceso se le añade el objetivo de no volver a caer en él. Estas son algunas de las pautas que deben seguirse:
El apoyo de un mentor en la tarea
Para lograr esta meta de manera eficiente, se puede recurrir al apoyo externo. Un mentor puede ser un gran aliado para implementar la gestión de los errores de una manera positiva y eficiente. Un profesional conseguirá adaptar el mejor método para la idiosincrasia de cualquier tipo de empresa.
Los errores forman parte de la toma de decisiones del mundo empresarial, la gestión de los mismos permite convertirlos en conocimiento que evita su repetición y mejora el colectivo. Eliminar su estigmatización como algo negativo es positivo para la organización.